miércoles, 17 de abril de 2013

Bienvenidos a la realidad



Durante mucho tiempo cuando mis conocidos ajenos al mundo de la investigación y la docencia a nivel superior me han dicho entre broma y en serio (especialmente mi madre) que cuándo voy a salir al mundo "real". Que cuándo voy a trabajar o "hacer algo de provecho" diría Doña Chelo. Durante mucho tiempo, me molestaba internamente mientras reía y daba algún tipo de respuesta "graciosa". Hoy ya no me molesta, entiendo que es un poco de ignorancia sobre el sector. Ahora, cuando otra de estas personas me dice lo mismo, esto es en lo que pienso:

Hoy sonó mi alarma, como de costumbre, a las 8 de la mañana. Como de costumbre, atrasé mi hora de despertar hasta las 8:45 y, en cuanto abrí los ojos, ya estaba pensando en los mecanismos a través de los cuales la desigualdad económica afecta a las decisiones de adquirir educación institucionalizada en las familias y cómo esta relación puede ser una de doble causalidad. Tengo la suerte, sí, de tener un "trabajo" que no requiere una horario específico y ni siquiera me requiere presente en la oficina, pero tengo la maldición de que nunca dejo de pensar en él.

Para cuando mi día termine, habré leído muchos artículos sobre desigualdad, pobreza, discriminación y otras injusticias del mundo y del sistema económico en el que vivimos. Habré descubierto otra base de datos y habré imaginado, con un poco de dolor, a las personas contestando esa encuesta y mirando al encuestador con esperanza, pensando que su voz será escuchada a través de sus respuestas.

Habré revisado los resultados que, después de cuatro días de intensas rutinas matemáticas y estadísticas arroja mi paquete estadístico para darme cuenta las increíbles disparidades que existen en mi país en cosas tan simples y que los privilegiados damos por sentadas como el acceso a agua potable, a un excusado limpio y privado. Observaré el aumento de la desigualdad económica a través de los años leeré reportes, libros y artículos sobre África, Asia, Latinoamérica y otros lugares en donde abundan los países "en vías de desarrollo". Leeré, también, las noticias. Me desesperaré ante la impotencia al ver a todos los gobiernos neoliberales modernos aplicando políticas de "austeridad" social siguiendo, como borregos, lo que Estados Unidos a través del FMI y el Banco Mundial les ha instruido (y a través de sus universidades dónde muchos de nuestros "líderes" se han educado). Tendré algún tipo de discusión pseudo filosófica sobre ontología, epistemología y no saldremos de nuestro denso círculo intentando explicar qué es la realidad, cómo se forma y cómo la percibimos.

Y mientras todo esto sucede, invariablemente me haré miles de preguntas intentando explicar los fenómenos económicos y sociales que percibo a través de la literatura y los datos. Y, mezcladas con todas esas preguntas a las que les urge respuestas, también me surgirá la duda y a veces la certeza de que quizá, todo mi trabajo no sirva de mucho. Pero siempre, invariablemente, me despertaré al siguiente día pensando en las mismas cosas.

Mis amigos, familiares y conocidos en algún momento me dirán que vivo en una burbuja, que cuándo voy a salir al mundo "real". ¿Quién es el que no vive en la realidad? Yo que veo y analizo estos temas todos los días, o tú que te despiertas muy temprano en la mañana preocupado de que en la empresa en la que trabajas vean que llegas temprano y que te vas tarde. Que te pones tu ropa incómoda para trabajar, te subes en el coche que aún estás pagando y te metes a tu oficina a servir a un capitalista que no conoces. Que no te conoce. A quien no le importas. Para quién eres tan insignificante que te encuentra totalmente sustituible ¿Yo que he aceptado que jamás seré monetariamente rico o tú que reproduces el sistema por las ganas insaciables que tienes de escalar posiciones dentro de tu empresa para comprar trajes más caros, seguir comprando coches que seguirás pagando y una casa que te quedará muy grande cuando seas viejo? ¿Yo que todos los días desespero por encontrar más preguntas en todo lo que hago, o tú que crees tener todas las respuestas?

Así que, queridos amigos, familiares y conocidos, cuando estén comiendo en un restaurante preguntándose si está lo suficientemente de moda como para estar ahí, cuando se encuentren haciendo fila durante una hora para pagar un cover de 200 o 300 pesos en un club, cuando estén a punto de terminar de pagar su coche y ya quieran endeudarse con otro, cuando paguen más de mil pesos por una camisa, dos mil por unos zapatos,  pregúntense, también, si acaso, no viven ustedes también en una burbuja.