viernes, 19 de junio de 2009

Una investigación sobre la naturaleza y causa de las mentiras

Cuando le llamo "investigación" a este texto me refiero a un efímero proceso de indagación sobre la opinión de gente allegada a mí sobre el tema, su posición frente a las mentiras, técnicas y motivaciones principales para mentir. Todas y cada una de las personas cuestionadas tuvieron una opinión moderadamente negativa sobre el tema; a pesar de confesar mentir comúnmente. Un punto para el "Ensayo sobre la Incongruencia" de Jorge Triana, aunque las mentiras, a diferencia de otras incoherencias de la vida, sí forman parte de la naturaleza humana.

Algunas personas mienten espontáneamente, otras personas mienten como un mecanismo de defensa -psicológico; pero la mayoría de las veces físico- y algunas más como un proceso de negación ante algún acontecimiento pasado, presente y no neguemos la capacidad de la mente para mentir por adelantado. Lo único absolutamente cierto es que todos mentimos de manera cotidiana.

Las mentiras son, en una primera instancia, una distorsión de la realidad. Decir algo que en nuestra mente es; pero que en la realidad generalmente aceptada no es. Esto, por si solo puede parecer para la mayoría de la gente algo negativo, algo malo y algo que no se debe hacer. Pero no porque la idea que reina en el mundo es esa, dejaremos de aceptar la utilidad que las mentiras dan a nuestra vida. No solamente hablo de la utilidad como la manera en la que los economistas intentamos representar la felicidad de los consumidores, no, hablo de la conveniencia de utilizarlas para salir de situaciones que otrora, además de embarazosas podrían haber resultado fatales. "Es que había mucho tráfico", "Juro que era mi prima", "También es mi primera vez", "Es que mi mamá está enferma", y otras más que simplemente cumplirán su labor heroica de ahorrarnos peleas, incomodidades y ganar beneficios.

Por eso creo que las mentiras no son para nada un concepto absoluto. El juicio que necesariamente hacemos ante la presencia de una mentira debe ser ponderado de acuerdo a la razón, circunstancia, motivación y magnitud de la misma. Hay mentiras que logran felicidad, momentánea, quizá; pero toda felicidad es temporal. Hay calumnias que nos libran de personas y falsedades que nos eximen de momentos.

Soñar es la manera en la que nos mentimos a nosotros mismos. Coquetear es la manera en la que le mentimos al sexo opuesto. Prometer es la manera en la que le mentimos a los demás. Orar es la manera en la que le mentimos a Dios. Estamos llenos de mentiras y la mejor manera en la que podemos vivir es en aceptar este hecho. Cualquier relación de pareja medianamente duradera y feliz, por ejemplo, depende del hecho de que cada uno acepte, tácitamente por supuesto, que su contraparte miente, al menos, en la misma cantidad que él mismo.

Por eso que más da si hemos matado a nuestra abuela en más de una ocasión, si hemos creado un sentimiento de amor solamente para seguir saliendo con alguien, qué importa si en nuestra mente se nos han ponchado mil llantas e inexplicablemente había mucho tráfico a las cuatro de la mañana o tuvimos que sacar a algún amigo de prisión. Si vamos a mentir, hagámoslo bien, que valga la pena, ahoguemos el último sentimiento de arrepentimiento y veamos directamente a los ojos del desdichado que habrá de creer nuestra historia. No titubeemos, respiremos con normalidad para controlar la transpiración, disfrutemos la adrenalina y sonriamos descaradamente después de decir "te quiero". Controla tus manos, prepara una historia; pero aprende a improvisar para que no tengas que levantar los ojos como buscándola en tu mente. Habla a un ritmo normal porque si hablas rápido parece que quieres terminar pronto con el tema, si hablas lento se darán cuenta de que vas sobre la marcha, no, tranquilo, disfruta la transformación facial de tu interlocutor del inicio de la charla, hasta cuando te das cuenta de que te cree. Las mentiras sencillas sirven para salir de problemas complejos; pero es más divertido salir de problemas sencillos con mentiras elaboradas. Cree tus mentiras, créelas hasta el punto de defenderlas hasta la muerte, hay muchos ejemplos en la historia no solamente de tiranos, sino de héroes y profetas que siguieron esta máxima. Si eres hombre, la mejor manera de salir de problemas es negar siempre tus infidelidades hasta que la mujer dude, una vez dudando, tu puerta está abierta, si eres mujer, la mejor manera de engañar al hombre es fingir que realmente sabes lo que quieres.

Mintamos pues, y hagámoslo descaradamente que como dijo el abuelo de un gran amigo “no venimos a esta vida a vivir, venimos a soñar”.
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  • Antes de que el hipotético lector despotrique contra la nota, dados los clichés bajos los cuales ha crecido y cree -y bien por él que cree en su mentira- me dispongo a citar a Saramago cuando dice: "... no es mi culpa que la realidad sea la que es".
  • "No venimos a esta vida a vivir, venimos a soñar" es una frase que mi buen amigo Alejandro Hermosillo dice que su abuelo dijo.

7 comentarios:

  1. Sabes lo que opino de acerca de las mentiras y por lo tanto de la verdad, la cual no está sobrevalorada... simplemente no se valora como debería.
    ¡Me encantó!
    Leire

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  2. Ahora que termino de leer tu investigación y que se lo que piensas acerca de las mentiras, me siento tal aliviada de la culpa que traía guardada... mm no la verdad no, miento! no me siento aliviada porque no senía culpa de ninguna de todas las mentiras que he dicho en mi vida... Que cinismo no?... Pero como saber si estoy o no mintiendo... o tú? o Leire? jajaja

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  3. Dos comentarios:

    1) Ni eran niños, ni eran héroes

    2) Ni eran tres, ni eran magos

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  4. Qué pena que utilices una frase que tenía como objetivo el justo contrario para concluir tu "investigación [sic]".
    Mi abuelo, en efecto, decía que la vida era un constante sueño, una esperanza interminable. Decía que no vivimos sino que soñamos, puesto que siempre esperamos y constantemente luchamos para que las cosas estén mejor. Si tenemos problemas económicos, soñamos que la situación va a cambiar, si nuestra salud está mal, soñamos con que mejora, si estamos en el trabajo, soñamos con estar en casa y si estamos en casa soñamos con estar en el trabajo. "No te preocupes, a la vida no se viene a vivir, venimos a soñar", seguro que esto que me dijo no implica que debemos creer y hacer creer a los demás, por medio del engaño, que nuestra realidad es ese sueño. Llámenme estúpidamente optimista si quieren, pero le creí.
    Fuera de que mi abuelo debe estar revolcándose en su tumba al ver que algo que buscaba motivar la perseverancia por buscar el deber ser, por encima del ser, está siendo utilizado como argumento para promover la mentira, hay una serie de comentarios, que aunque me prometí evitar, debo hacer.
    Primero, la aseveración de que el hombre es naturalmente mentiroso, me parece aventurada. Asegurarlo, por el hecho de la continuidad con la que los humanos mentimos, sería como admitir que también estamos naturalmente diseñados para caernos al caminar, porque digo ¿quién no se ha caído al ir caminando o corriendo? Es un argumento tan simplista como subjetivo, puesto que no toma en cuenta todas las demás acciones, que sin formar parte de nuestra naturaleza, podemos cometerlas en algún momento.
    Segundo, bajo la idea de que la mentira, por eximirnos de una situación incómoda, se convierte en comparativamente buena, entonces estaríamos justificando acciones tan ruines como el asesinato, la violación, el secuestro y la combinación de las anteriores, puesto que en determinadas situaciones también pueden ser acciones con consecuencias de alegría posterior momentánea (que no felicidad). Porque claro, siempre y cuando te produzcan cualquier tipo de satisfacción personal, es algo bueno.
    Al final del día el hombre es tan feliz (o cómodo o tranquilo o como quieras llamarlo, lo aclaro por aquello de tu problema con entender a la felicidad como una genuina aspiración de vida) como es libre. Y citando al más grande hombre sobre la tierra, al hijo de Dios: “La verdad os hará libres”.

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  5. Primero mi comentario acerca de la publicación: en un mundo utilitarista y nulamente normativo, la mentira es efectivamente tan natural como lo describe tu investigación, Santiago.

    Mi comentario acerca de la aportación que me precede, es decir de Alejandro, es la siguiente:

    1) Efectivamente es denigrante citar frases y que se les someta como argumento basado en una interpretación, tal como se hizo con la frase de tu abuelo.

    2) El asesinato, la violación, el secuestro y su combinación, no son "acciones ruines" comparables con la mentira, al menos no en el aspecto legal [y a mi juicio tampoco en el aspecto de sentido común]. Creo que estás usando como argumento una extrapolación sin coherencia lógica.

    3) "La verdad os hará libres" es, lingüistica y filosóficamente hablando, UNA FRASE SUJETA A INTERPRETACION. Sugeriría que no la usaras como argumento.

    4) Una frase creo yo más útil [cuyo margen de interpretación no considero muy amplio] es la de mi filósofo de cabecera: "El bien y el mal son lo que nosotros hacemos que sean". Ergo, tratemos de asimilar la mentira como naturaleza humana, mas no intentemos definir la naturaleza de las mentiras, las cuales dependen, segun lo antes citado, de la estructura moral de quien las emita.

    ¿Contentos ambos?

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  6. Querido Alejandro:
    Tardo tanto en responder porque eres un hombre elocuente, inteligente y cuya inteligencia me hace querer estar en desacuerdo contigo. Una vez más lo logré.
    A pesar de que está científicamente comprobado que el humano SI está naturalmente diseñado para caerse al caminar, no entraré en ese punto, ni en tu afirmación que termina diciendo "...que sin formar parte de nuestra naturaleza, podemos cometerlas en algún momento. " Ya que tendría que preguntarte ¿cuánto has mentido en la última semana? cuya respuesta sería muy diferente a mi concepto de "en algún momento" que hace referencia a algo aislado. Mejor diré que, suponiendo que las mentiras no son naturaleza humana llego a la conclusión de que entonces las aprendemos por ahí, como un proceso social que, oh! sorpresa! tiene que ver exclusivamente con humanos. (odias el sarcasmo, lo sé).

    Tu segundo punto me resultó algo confuso. La mentira no se convierte en algo comparativamente bueno, sino en algo comparativamente peor. Si lo analizas, a pesar de que mi texto se vea radical, yo veo a las mentiras más conservadoramente que tú, ya que, nos acabas de poner en el mismo nivel a mí por haberle dicho mil veces a mi novia "no, ella no se me hace bonita" o "no, no has engordado" y al hombre que violó a su hija de seis años y se grabó cuando le sigue diciendo a su esposa que él.

    Preguntemosle a mi exnovia qué opina de la mentira del pedófilo-vouyerista-incestuoso.

    Y a la esposa de ese tipo qué opina de mi mentira.

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  7. Corrección:

    En el antepenúltimo párrafo quise decir:

    "...y al hombre que violó a su hija de seis años y se grabó cuando le sigue diciendo a su esposa que él no lo hizo"

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