jueves, 7 de junio de 2012

El origen de todos los males


A través de la historia de la humanidad, este título ha sido ostentado por diferentes personas, instituciones, sentimientos o acciones. Algunos dirán que entes como la religión, la monarquía, el imperialismo, Estados Unidos (este sigue siendo), el PRI, Salinas de Gortari, el dinero, el poder, el sexo y la democracia misma han pasado por esta acusación. Probablemente, siempre ha sido cierto. Siempre hay un origen para todas las cosas, incluyendo para el mal.

Hoy en día, no es difícil saberlo, la semilla de la maldad, del fracaso, de todo lo sucio que ha pasado en los últimos diez (si no más) años en el mundo es, sin duda, el sistema financiero, institucionalizado por excelencia en los bancos.

La crisis cuyos coletazos siguen lastimando a los más vulnerables (casi 4 años después de que su furia se desatara) mientras las instituciones gubernamentales nacionales e internacionales se siguen preocupando por rescatar a los grandes consorcios financieros que, diga usted si el mundo no es absurdo, fueron los principales culpables de dicha crisis.

No nos equivoquemos tampoco. Las crisis económicas son naturales dentro de casi cualquier sistema económico. No se pueden evitar, la economía es algo que trasciende el control humano para convertirse casi en un ente con vida propia por separado. El problema es cuando las crisis surgen por cuestiones poco naturales o inherentes al sistema. No fue una crisis ambiental inmediata, no fue una sobre producción, no fue una guerra, una caída en la demanda agregada.

No. Fue una crisis que surgió de los manejos avaros de los grupos financieros que, en constante competencia, literalmente jugaron con los conceptos ficticios sobre los cuales están construidas las finanzas y, cuando se dieron cuenta, no pudieron controlar esos conceptos peregrinos, inestables y sin un solo fundamento natural al ser humano.

Pero, el sistema financiero se ha apoderado tanto del mundo y, como todas las ideas estúpidas en este mundo, nos ha convencido a todos de que son tan necesarios, que los gobiernos nacionales e internacionales prefieren sacrificar el bienestar de la población en lo general para volcar sus recursos buscando salvar a instituciones ya corroídas, ya podridas desde sus fundamentos.

Hoy amanezco con la noticia de que los cuatro bancos más grandes del país, BBVA, Banamex, Santander y Banorte (otro ejemplo de concentración de mercados en México), de los cuales, si es que no estoy mal informado, sólo uno es mexicano, tuvieron ganancias 6.5 veces más altas de lo que la economía creció en su conjunto.

Seis punto cinco veces lo que creció el país. ¿Cuántas personas concentrarán esas ganancias? y ¿Cuántos mexicanos estamos del otro lado?

Difícil debatir a favor del demonio hecho institución.

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La noticia en: http://www.jornada.unam.mx/2012/06/07/economia/024n1eco

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