viernes, 20 de noviembre de 2009

Of Goldman Sachs, the Yankees, and Level Playing Fields

Have you noticed that the two most successful teams in New York City both engender passionately mixed emotions of admiration and contempt?

One team is the New York Yankees, the storied baseball franchise that just won its 27th World Series title — when no other team has won more than 10 times. The Yankees have the largest revenue stream thanks to their own cable television network, a new billion-dollar ballpark, and owners who can afford the highest-paid players in baseball. (These players, in turn, generate yet more revenue.)

The other team is Goldman Sachs, the legendary investment banking and securities organization that generates record profits almost every year, even in the midst of a global-financial downturn. To put its record in perspective, consider that the average profit margin for financial services organizations from 2000 to 2008 was 19 percent. Goldman's was 29 percent. And the current year's performance will undoubtedly widen the gap. Goldman also holds the top ranking in many of the lead tables that customers use as a comparative measure of investment banks. And, similar to the Yankees, Goldman has the highest-paid performers in the industry — with aggregate bonuses that this year will probably top $20 billion, far more than any other institution.

With performances like these, it is understandable that both the Yankees and Goldman Sachs are widely admired as the best of the best, and that top free agents — whether they be pitchers, position players, traders, or deal-makers — want to work for them. But side by side with the admiration, both also are viewed by many with anger, cynicism and even contempt. This has prompted defensive responses from the executives of both organizations. Yankees General Manager Brian Cashman responded to criticism by saying, "Call us anything you want — You're also going to have to call us world champions." And Lloyd Blankfein, Goldman's CEO, reacted to his critics by famously remarking that Goldman is really doing "God's work."

What Cashman and Blankfein don't realize, however, is that criticism of their organizations may have deeper roots, stemming from the perception that the game is not taking place on a level playing field. From this perspective, they are successful because the rules are skewed in their favor. For the Yankees, the fact that baseball has no salary cap allows the teams with the most revenue in the biggest markets to have a distinct advantage in recruiting and retaining the best players. And to add insult to injury, the city of New York provided public financing for its new stadium which provided even more revenue at minimal cost to the team.

Goldman, too, is perceived to benefit from a financial system that tilts its way. When other institutions were melting down, the architect of the rescue plan, the U.S. Treasury Secretary was none other than Goldman's former chairman. While Lehman was allowed to fail, AIG — whose failure would have been disastrous to Goldman — was bailed out. Furthermore, the requirement that all investment banks become bank holding companies ended up providing Goldman with access to the Fed "window" and cheap funds (in addition to the bailout funds) without causing Goldman to act like a real bank and actually lend money. The perceived result was that Goldman made incredible profits from its trading activity and will payout enormous bonuses — perhaps over some shareholders' objections — with the security of knowing that the government will not let it fail.

Most people admire individuals and organizations that are wildly successful. But admiration turns to anger and cynicism when that success seems to come not just from skill and hard work, but also from luck and connections. The New York Yankees and Goldman Sachs both play within the rules of the system — but until the system is perceived to be more equitable, the criticism will continue.

lunes, 9 de noviembre de 2009

El muro del autoritarismo

Veinte años han llovido desde que la aberración del Muro de Berlín fuera escombrada por los aires de libertad de una población dividida por el odio de unos y otros. El 9 de noviembre de 1989 quedará marcado en la historia como el día que acabaron los regímenes autoritarios en el mundo occidental.

Fin de la Guerra Fría, fin del comunismo soviético, un aparente derrotado y una pírrica victoria del capitalismo déspota del cual todo occidente se beneficia a costa de otros. Muchos ven airosamente la caída del muro como la caída de un régimen que jamás debió existir: el comunismo. Una ideología moralmente mejor en sus tesis, posiblemente utópica en la práctica debido a los deseos de poder de quienes gobiernan. La analogía entre dos sistemas opuestos pero igual de autoritarios es sencilla: no se alejan mucho las decapitaciones de reyes en el corazón de Europa de los asesinatos de zares en Prusia; ni los 6.000.000 de judíos asesinados cruelmente de las matanzas en el norte siberiano; ni las masas de población indefensa y hambrienta de la Alemania Nazi de los que están más allá de los Urales...Dos sistemas opuestos que confluyen con unos mismos resultados. Y en medio, un muro. Muro de piedra minado símbolo de lo autoritario.

La libertad acabó con la división de una ciudad, un país, pero sobre todo, de unas gentes. No es más monstruoso el Muro de Berlín que la franja de Gaza, la separación de Corea o la frontera entre México y Estados Unidos; muros que aun se mantienen en pie.

Desde entonces se mantienen vivas tres grandes sociedades socialistas: China (inmersa en una especie de aceptación capitalista), Cuba y Corea del Norte. El error no es su ideología marxista, sino que las tres son dictaduras férreas a sus ideas. En los últimos quince años, el neosocialismo sudamericano ha ido ganando espacio a la derecha, fuerte todavía con Uribe o los Kirchner. Más débiles en otros países, como en Venezuela, Ecuador o ahora en Honduras, donde se ven obligados a jugar sus sucias cartas (como siempre) con un golpe de Estado. Esto es prueba que el Muro de Berlín para nada mató al comunismo.

El capitalismo, por su parte, sigue caminando -como los burros- sólo por su camino sin mirar a los lados; un camino de tierra y pedrusco que en lugar de asfaltar, siguen avanzando con susalpalgatas y dando puntapiés a las dificultades. Sólo así ellos se llenan los costales de oro, haciendo la vista gorda con el continente africano (puro desierto para ellos) o dejando escondida la moralidad entre el follaje de sus eufemismos. Si encuentran petróleo te hacen una guerra y si viene una crisis, cogen sus monedas y salen corriendo.

Ni el muro acabó con el comunismo, ni el capitalismo salió como vencedor. La Guerra Fría acabó con dos imperios alimentados de armas nucleares. La libertad ganó la partida al poder de unos pocos; libertad que todavía hoy manca en muchos puntos del planeta. Y puestos a elegir, me quedaré con los indefensos, discriminados, excluidos y abandonados.


sábado, 12 de septiembre de 2009

Notas sobre democracia

Mi formación como economista -aún en proceso- tuvo la fortuna de tener, también, una fuerte dosis de política. En la carrera cursé materias como Teoría Política, Políticas Públicas, Teoría del Estado, Estructura y Organización del Sector Público y Política Economica.

Después, hacia el final de la carrera, tuve la oportunidad de participar en la política estudiantil de la universidad de la que guardo buenas y malas experiencias, experiencias positivas y negativas.

Justo en la clase de Políticas Públicas, con menos de veinte estudiantes, en un edificio que pertenecía a la alta sociedad de mi centro universitario, también conocida como "Gestión Empresarial" y que al menos gracias a dios tenía tres pisos y, siendo nuestra clase en el último (o el primero si se mira desde la perspectiva divina) no teníamos que escuchar la bola de incoherencias de la gente que se la pasaba socializando, fuimos requeridos para hacer una política que mejorara uno de los (tantos!) problemas del país.

Nuestra propuesta era por demás sencilla, pero inciamos, cautelosos, con una afirmación que nos excluía de cualquier futura responsabilidad. "Antes queremos decir que entendemos que nuestra propuesta no es viable, no por por cuestiones técnicas, sino por la confrontación social que desataría, lo que entendemos, en lugar de mejorar un problema, no haría más que empeorarlo." Aún así, argumentábamos que si se dejaran de lado consideraciones ideológicas muy utópicas, al final el país saldría beneficiado.

El voto de los ciudadanos debería tener una poderación, dijimos, de acuerdo a su nivel de escolaridad. Y entonces, sonidos de protesta y la cara aterrorizada del profesor inundaron nuestras sonrisas. La democracia, desde su nacimiento, nunca fue para todos. Se excluía a mujeres, extranjeros, enfermos, pobres, menores de edad etc. Entonces, combinando un concepto desde su estado más puro, hasta el actual más contaminado, creíamos haber llegado a la combinación perfecta para que de alguna manera, la gente más "capaz" de analizar las propuestas fuera un contra peso para aquellas que se dejaban llegar por propuestas utópicas.
La afirmación de que una persona con mayor grado escolar tenía, necesariamente, más capacidad de crítica política que alguien con menor grado, es, por supuesto, una idea muy sesgada y aún así, la creímos una mejor aproximación a la realidad.

Hoy en día, después de múltiples debates en clase, con mis amigos y una francesa que lloró y nos tachó de cerdos capitalistas (otra frase cliché), me doy en cuenta de que el problema no es de como se lleve a cabo la democracia, ni cómo se decida el ganador de la presidencia, gobernaturas o escaños, el problema viene muy de fondo. La democracia, creo, como muchos otros conceptos está muy sobrevaluada hoy en día.

Para comenzar, la representatividad (presente en prácticamente todos los sistemas democráticos) es la idea más ridícula de todo el sistema de gobierno actual. Ahora resulta que nuestros presidentes, gobernadores, diputados, senadores etc. son, lo que llamamos en economía, el planeador central que conoce la función de utilidad de todos nosotros. Una persona que habrá que tomar decisiones por miles, y miles de personas que ponen sus esperanzas en una persona. Al mismo tiempo, ellos habrán también de encontrar equilibrios generales tomando en cuenta también las funciones de producción de miles de empresarios./1

Por si fuera poco, todos estos cargos de elección popular, bien lo dice su nombre, son elegidos por la vox populi de la mayoría. Este término, por sencillo que parezca, presenta toda una serie de desagregaciones que al final, nos hacen perder observaciones y lo que en algunas ciencias esto sería peligroso por la pérdida de representatividad y por ende del significado de los resultados, en política simplemente significa menos votantes a los cuales convencer. Para comenzar, la población votante es aquella mayor de edad. Luego, están aquellos empadronados y en posesión de su credencial de elector vigente (si es 03, renueva). Luego están los que, efectivamente, utilizan dicha credencial para votar y no solamente para mostrarla con orgullo al cadenero del clásico o del chess. Después, aquellos que no fueron despistados y siguieron al pie de la letra el confuso procedimiento de poner una cruz en el partido elegido, y así su voto no fue anulado. Esta mayoría, es la que elije a nuestros gobernantes. No la mayoría de la población.

La cuestión es que la democracia (que aparentemente existe en México, sólo hasta que el PAN ganó, dicen...) se terminó convirtiendo en un tema de negociación constante. Primero, porque se tienen que hacer toda una serie de acuerdos para lograr ser candidato de un partido para algún puesto de elección popular. Una vez que se ha ganado la elección -y librado todas las impugnaciones ante el TRIFE- siguen las consecuentes negociaciones de todas aquellas personas que te apoyaron y que ahora buscan su pago de la manera "no me des, nomás ponme donde hay" y finalmente, si acaso ostentas un puesto en uno de los mercados más grandes del mundo, tianguis por excelencia, hacedor de regateadores -cuando la negociación ya la perdieron-, y donde se comercia el destino de más de cien millones de mexicanos, llamense parlamento, cámaras o poder legislativo, lo cierto es que como senador o diputado estás llamado, si las circunstancias permiten que el partido del presidente no tenga mayoría -dios no lo quiera- a dejar pasar aquellas iniciativas que le permitan a tu partido obtener otras.

Para que la democracia funcione efectivamente se necesitan varias cosas. Primero, que los partidos políticos representen efectivamente una ideología, para que entonces se justifique la existencia de tantos partidos en un país tan heterogéneo como el nuestro. Segundo el organismo ciudadano encargado de regular a los partidos y de organizar las elecciones debe brindar certidumbre y confianza, capacidad que el IFE perdió desde el 2006. Tercero, el fin fundamental de la democracia es que el poder resida en el pueblo, y que el voto castigue a los malos gobernantes y premie a los buenos. Cuarto, el gobierno en turno debe garantizar la transparencia en sus decisiones, sus procedimientos, su presupuesto y en general en su actuar. Quinto, debe existir un sistema de evaluación efectivo y periódico de todos los niveles de gobierno, en este sentido el referendum es conveniente si se logran reducir los costos que implica. El crítico lector que más o menos deje sus interéses partidistas de lado, se dará cuenta de que estos puntos nunca han existido de manera eficiente en el país, mucho debido a la mentalidad, a la corrupción y a la poca educación política de la mayoría de la población.

¿No será que en países como el nuestro los sistemas que eliminan las negociaciones (es decir, sistemas más centralizados, más autoritarios) en la medida de lo posible funcionan mejor? Lo dejo a su criterio. Yo personalmente creo que si.

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/1 Esta idea, aunque no fue tomada de Jorge Adame Goddard, si se vio reforzada por su artículo "¿a quienes representan los diputados?" disponible en su blog www.jorgeadame.com. Es altamente recomendable.

domingo, 16 de agosto de 2009

El Franelero. (Una colaboración de Óscar de la Garza)

Es común cuestionarnos, sobretodo en esta época de crisis, acerca de la situación económica actual, por qué tanta pobreza, tanta desigualdad, qué ha originado esto, cómo se soluciona, quién tiene la culpa, qué hemos hecho para estar así y qué hemos dejado de hacer.

México es un país que no ha aprovechado al máximo sus condiciones geográficas, estamos entre el Océano Pacifico y el Golfo de México. España por ejemplo, sin tener el territorio mexicano, explota y saca una mayor utilidad a sus playas, una tercera parte de su PIB, es por concepto de turismo. Por otra parte nuestro vecino del norte, los Estados Unidos, es la principal potencia económica y esto podría verse como una ventaja para el país; sin embargo esto ha provocado una dependencia comercial, pasa lo mismo con el petróleo, en economía se considera al petróleo como una “dotación inicial”, es decir, México tiene la fortuna de contar con yacimientos de petróleo, pero también hemos caído en una dependencia, es decir, gran parte de los recursos provienen por la venta del mismo, con lo cual, las finanzas públicas mexicanas dependen de su precio de mercado, entonces cuando el precio está alto nos va bien, pero si cae, bajan los recursos disponibles del gobierno. Recordemos que la crisis del 1982 estuvo relacionada con la caída del precio del petróleo. Otro factor importante en el desempeño económico mexicano es el factor político, a México se le consideró una “autocracia”, es decir, el mismo partido gobernó por más de 70 años. Después, en el año 2000 al cambiar de partido en la presidencia, pasamos a ser un país democrático, sin embargo para muchos expertos con lo que paso en el 2006 hubo un retroceso. Además del efecto de la política, hay factores exógenos que han golpeado a la economía mexicana, tales como: el terremoto del 85, la guerrilla en Chiapas, la influenza, es decir, factores que influyen en el comportamiento de la economía.

Uno de los motores para el crecimiento económico y el desarrollo social es la educación y en este sentido hay muchas áreas de oportunidad, en el 2006 la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) señaló que el principal obstáculo para el desarrollo educativo en México era el SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación), lo cual no es tan sorprendente con tantas anomalías que se han presentado. Tradicionalmente los maestros han jugado un rol político en el país, específicamente en las elecciones federales, tanto que hoy en día tienen su propio partido, por lo cual podríamos pensar que se está perdiendo el objetivo principal, el aprendizaje de los niños y adolescentes del país.

Por último uno de los grandes problemas del país proviene de la generación de la riqueza, por un lado tenemos las actividades productivas que generan valor agregado y por el otro tenemos la apropiación de la riqueza, que no genera un valor agregado. Les pongo un ejemplo, imagínense a un trabajador que va a comer a un restaurante, estaciona su coche en la vía pública y un franelero le cobra 50 pesos por el espacio y por “cuidar” el coche, esta persona ya se apropio de 50 pesos del trabajador prácticamente sin hacer nada, porque la calle es pública, por lo tanto tenemos personas que generan ingresos a cambio de trabajo y tenemos otras que generan ingresos a cambio de prácticamente nada, entonces si sumamos los ingresos de todas las personas que no le dan un valor agregado a la economía, tenemos una economía que mantiene a una gran cantidad de personas, que no ofrecen nada a cambio, es como tener a alguien en nómina, pero que no trabaja.

Ciertamente hay otros factores, como la corrupción, el narcotráfico, entre otras cosas que han limitado y obstaculizado el crecimiento y el desarrollo social en el país mirando hacia atrás, pero si miramos hacia adelante también podemos ver los problemas que se avecinan, por ejemplo el deterioro del medio ambiente. En suma, tanto individualmente como colectivamente, hay que decidir si queremos ser franeleros o trabajadores, si seguimos anteponiendo interés políticos al bienestar social, si queremos seguir siendo tercer mundo o primero, si queremos ser mejores vivir en la mediocridad.

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  • "El Franelero" es una colaboración de Óscar de la Garza, estudiante de Doctorado en Economía.

jueves, 25 de junio de 2009

Hablando de mentiras...la objetividad


No existe.

En mi primera semana de universidad resaltaron que conseguir la objetividad que todos los medios de comunicación -escritos y audiovisuales- promocionan y venden es imposible. A lo largo de la licenciatura he mantenido esta opinión y he discutido mucho sobre ello. Mientras los periodistas creemos que lo tenemos claro, la gente a quienes nos dirigimos parece no convencerse de la imposibilidad de llegar a la objetividad, concepto muy ligado a la verdad suprema de la cual hablé en mi primera actualización.

Argumentar y convencer a los receptores de la información sobre este concepto no ha sido fácil y, en muchas ocasiones, no he conseguido mi objetivo: hacerles cambiar de opinión y conseguir que se olviden de la objetividad. Voy a intentarlo con ustedes y lo haré exponiendo mis argumentos desde lo más general a lo más particular.

Con la definición de la Real Academia Española, podemos acotar el concepto de objetividad y de su adjetivo, objetivo: perteneciente o relativo al objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o sentir. Teniendo en cuenta que es imposible realizar una pieza periodística, desvinculados de toda una manera de pensar y sentir, es fácil deducir que es imposible conseguir tal cualidad.

Es imposible porque desde que nace una persona, el bebé está recibiendo constantes informaciones y estímulos que construyen su educación. A lo largo de la vida, una persona irá incorporando actores que presionan, de una manera u otra, con el objetivo de influir en el sujeto. Cuando hablo de actores podemos incluir a los padres, a los amigos, a los compañeros de la escuela, la educación propiamente dicha, los medios de comunicación, la propaganda empresarial, la religión, la política, etc. Todo influye y todo afecta, desde lo más grandilocuente hasta lo más concreto, a nuestro subconsciente, creando una subjetividad propia única e irrepetible y que luego aplicamos -los periodistas en este caso- en nuestros escritos.

Es por ello que debemos entender la objetividad, no como un fin, sino como un eje progresivo en el cual podamos clasificar los géneros periodísticos informativos del más objetivo al más opinativo. Por orden: notas de prensa o teletipos de agencia (no aparecen en los medios ya que es una tarea previa), noticia, crónica y reportaje. Atrás quedan todos los géneros de opinión, impropios de periodistas. Así, entendemos la noticia como el género más informativo, en donde no cabe ninguna interpretación del periodista. Curiosamente, este género esta desapareciendo o, como mínimo, se está transformando.

La pregunta más común suele estar vinculadas a los datos, indudables e incuestionables. Es cierto que ofrecer un dato es una muestra de objetividad clara. Si en un accidente han fallecido tres personas, no son ni dos ni cuatro y, por tanto, decir lo contrario no es ser subjetivo sino mentir. La quid de la cuestión es conocer dos tareas previas del periodista. A saber: la selección de la información y la jerarquización de la misma.

Limitados por el espacio y tiempo, los periodistas deben seleccionar una información y desestimar otra. Existe un concepto en economía -espero no estar equivocado, si es así, ustedes, especialistas en esta materia, corregidme-, conocido como coste de oportunidad: el hecho de hacer una inversión impide destinar este dinero en otro concepto. De la misma manera, el periodista debe escoger y ser hábil en seleccionar lo que crea que es más importante para el lector o espectador. Esta selección está reservada al periodista o equipo de especialistas, lo que la convierte en una decisión 100% subjetiva.

Una vez seleccionada la información que queremos exponer es fundamental jerarquizarla. La información ganará importancia contra antes aparezca en la pieza periodística a nivel global, pero también se pueden resaltar ciertos puntos de interés en unidades mínimas con la oración. Es la grandeza de la lengua y los conectores del lenguaje. Esta decisión es propia y exclusiva del periodista responsable del texto; por tanto, 100% subjetiva.

El texto del periodista deberá pasar por los filtros de control de los medios, cada uno con su línea ideológica y de interés (realidad poco objetiva). En conclusión, los resultados de una misma realidad pueden ser muy distintos y divergentes si comparamos diferentes medios de comunicación. Y seguramente, en todos ellos se dirá la verdad.

Lo esencial y importante será conocer cuál es dicha línea ideológica; saber qué intereses persigue cada medio de comunicación para que así todos los ciudadanos, lectores y espectadores, consumidores de información y miembros de esa maravilla que es la opinión pública nos podamos crear la realidad de los hechos y acontecimientos en todos los niveles de la sociedad.

Acabo con una reflexión de un escritor, periodista y corresponsal en varios países, John Carlin, para demostrar la importancia de la educación y la experiencia imborrable de cada individuo y que nos marcará para el resto de nuestra vida. Decía, yo he pasado mucho tiempo, trabajando y sufriendo gobiernos conservadores, dictaduras derechistas, y me considero muy de izquierdas. En cambio, un gran amigo mío, ha pasado gran parte de su vida siguiendo el régimen comunista de la Unión Soviética. Él no soporta la izquierda.


viernes, 19 de junio de 2009

Una investigación sobre la naturaleza y causa de las mentiras

Cuando le llamo "investigación" a este texto me refiero a un efímero proceso de indagación sobre la opinión de gente allegada a mí sobre el tema, su posición frente a las mentiras, técnicas y motivaciones principales para mentir. Todas y cada una de las personas cuestionadas tuvieron una opinión moderadamente negativa sobre el tema; a pesar de confesar mentir comúnmente. Un punto para el "Ensayo sobre la Incongruencia" de Jorge Triana, aunque las mentiras, a diferencia de otras incoherencias de la vida, sí forman parte de la naturaleza humana.

Algunas personas mienten espontáneamente, otras personas mienten como un mecanismo de defensa -psicológico; pero la mayoría de las veces físico- y algunas más como un proceso de negación ante algún acontecimiento pasado, presente y no neguemos la capacidad de la mente para mentir por adelantado. Lo único absolutamente cierto es que todos mentimos de manera cotidiana.

Las mentiras son, en una primera instancia, una distorsión de la realidad. Decir algo que en nuestra mente es; pero que en la realidad generalmente aceptada no es. Esto, por si solo puede parecer para la mayoría de la gente algo negativo, algo malo y algo que no se debe hacer. Pero no porque la idea que reina en el mundo es esa, dejaremos de aceptar la utilidad que las mentiras dan a nuestra vida. No solamente hablo de la utilidad como la manera en la que los economistas intentamos representar la felicidad de los consumidores, no, hablo de la conveniencia de utilizarlas para salir de situaciones que otrora, además de embarazosas podrían haber resultado fatales. "Es que había mucho tráfico", "Juro que era mi prima", "También es mi primera vez", "Es que mi mamá está enferma", y otras más que simplemente cumplirán su labor heroica de ahorrarnos peleas, incomodidades y ganar beneficios.

Por eso creo que las mentiras no son para nada un concepto absoluto. El juicio que necesariamente hacemos ante la presencia de una mentira debe ser ponderado de acuerdo a la razón, circunstancia, motivación y magnitud de la misma. Hay mentiras que logran felicidad, momentánea, quizá; pero toda felicidad es temporal. Hay calumnias que nos libran de personas y falsedades que nos eximen de momentos.

Soñar es la manera en la que nos mentimos a nosotros mismos. Coquetear es la manera en la que le mentimos al sexo opuesto. Prometer es la manera en la que le mentimos a los demás. Orar es la manera en la que le mentimos a Dios. Estamos llenos de mentiras y la mejor manera en la que podemos vivir es en aceptar este hecho. Cualquier relación de pareja medianamente duradera y feliz, por ejemplo, depende del hecho de que cada uno acepte, tácitamente por supuesto, que su contraparte miente, al menos, en la misma cantidad que él mismo.

Por eso que más da si hemos matado a nuestra abuela en más de una ocasión, si hemos creado un sentimiento de amor solamente para seguir saliendo con alguien, qué importa si en nuestra mente se nos han ponchado mil llantas e inexplicablemente había mucho tráfico a las cuatro de la mañana o tuvimos que sacar a algún amigo de prisión. Si vamos a mentir, hagámoslo bien, que valga la pena, ahoguemos el último sentimiento de arrepentimiento y veamos directamente a los ojos del desdichado que habrá de creer nuestra historia. No titubeemos, respiremos con normalidad para controlar la transpiración, disfrutemos la adrenalina y sonriamos descaradamente después de decir "te quiero". Controla tus manos, prepara una historia; pero aprende a improvisar para que no tengas que levantar los ojos como buscándola en tu mente. Habla a un ritmo normal porque si hablas rápido parece que quieres terminar pronto con el tema, si hablas lento se darán cuenta de que vas sobre la marcha, no, tranquilo, disfruta la transformación facial de tu interlocutor del inicio de la charla, hasta cuando te das cuenta de que te cree. Las mentiras sencillas sirven para salir de problemas complejos; pero es más divertido salir de problemas sencillos con mentiras elaboradas. Cree tus mentiras, créelas hasta el punto de defenderlas hasta la muerte, hay muchos ejemplos en la historia no solamente de tiranos, sino de héroes y profetas que siguieron esta máxima. Si eres hombre, la mejor manera de salir de problemas es negar siempre tus infidelidades hasta que la mujer dude, una vez dudando, tu puerta está abierta, si eres mujer, la mejor manera de engañar al hombre es fingir que realmente sabes lo que quieres.

Mintamos pues, y hagámoslo descaradamente que como dijo el abuelo de un gran amigo “no venimos a esta vida a vivir, venimos a soñar”.
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  • Antes de que el hipotético lector despotrique contra la nota, dados los clichés bajos los cuales ha crecido y cree -y bien por él que cree en su mentira- me dispongo a citar a Saramago cuando dice: "... no es mi culpa que la realidad sea la que es".
  • "No venimos a esta vida a vivir, venimos a soñar" es una frase que mi buen amigo Alejandro Hermosillo dice que su abuelo dijo.

sábado, 6 de junio de 2009

Lluvia, divagaciones y un poco de Shakespeare

Hace unos días venía manejando. Estaba lloviendo impresionante, y mi carro, no tan impresionante, se quedó parado. Las manera en que pasó, la terrible carambola que milagrosamente libré y cómo me salvé de toda esa situación no son el tema en cuestión, sino el justo momento en que todo esto sucedió.

Yo venía extrañamente feliz. Por alguna razón, la exasperante lentitud con la que los regios manejan cuando llueve, el sonido de los truenos y los rayos iluminando el cielo me hicieron momentáneamente feliz. Debemos recordar que el término feliz puede ser, para muchos, relativo, pero yo sí creo en los momentos genuinamente felices. Evidentemente, mi momento de genuina felicidad se vio interrumpido por lo sucedido con mi coche. Pero justo en ese instante, en el que estaba entre feliz y triste, sentí algo de lo que muchas veces he escuchado y no creía por no haberlo experimentado.

Milan Kundera dice al final de La insoportable levedad del ser que se trata de un momento donde “la tristeza es la forma y la felicidad el contenido”, y algo parecido se menciona en el documental de Alexander Payne al final de Paris, je t’aime. Claro que aquellos momentos de luminosidad cuasi-celestial que prácticamente denotan un “parte-aguas” en la vida de estos personajes, ya sea de la literatura o del cine, no tienen nada que ver con mi triste accidente donde los factores involucrados son un carro al cual nunca se le ha dado mantenimiento y el clima loco de la ciudad de Monterrey; pero juro que, por un momento, sentí esa extraña mezcla de tristeza y felicidad.

Esto, ya después de llegar a mi casa, mojada, cansada y con un poco de estrés post-traumático (sí, soy bien exagerada), me hizo reflexionar acerca de un tema que toca precisamente Kundera en ese libro: la ambivalencia del ser humano. Y así llegó la hora de re-direccionar lo que tenía escrito hasta el momento, y pido disculpas si sólo resultó en un montón de divagaciones sin dirección… y aquí van.

Tristeza y felicidad, amor y desamor, maldad y bondad, traición y fidelidad, vida y muerte, fuerza y debilidad, peso y levedad. Al parecer la vida humana oscila entre un extremo y otro, pues por más matices de gris que haya en medio y por más que haya quien argumente que las cosas no son o negras o blancas, es un hecho que las únicas grandes verdades (vs. Mentiras) absolutas en la vida, son aquellos extremos en función de los cuales la humanidad sucede.

Parece que aquella famosa frase del soliloquio Hamlet que se remonta a las primeras reflexiones filosóficas de Parménides no es para nada algo abstracto. La gran disyuntiva entre el ser y no ser, entre lo que”es y no es” y lo que “es o no es”, es algo sumamente tangible dentro de la narrativa posmoderna (sí, la usé y aplica un chorro). Por ejemplo, hay quien piensa que la vida es o no es vida a los tres meses de la gestación; pero hay quien asegura que esa vida es vida aunque aún no sea vida: es y no es. De seguro, para Bush la guerra es y no es guerra, pero para toda la gente que ha sufrido por ella, o es, o no es. Un homosexual es y no es, o es, o no es. Dos novios se enojan: para el hombre, la infidelidad que ella cometió es o no es, pero para ella, es y no es. Por más raro que suene, todos vivimos esta ambivalencia día con día.

Y aterrizando aún más la gran dualidad del ser humano, se puede hablar, como lo hace Kundera, del cuerpo y el alma. Lo cuerpo más cuerpo que es en lo escatológico, y lo alma más alma que podemos ser cuando extrañamos, y lo más humanos que somos cuando el alma toca al cuerpo, y lloramos. Eso le sucedió a Teresa y a la señora solitaria (con el peor acento francés que jamás he escuchado) de la ya mencionada película francesa. Esa fabulosa y mística unión del cuerpo y el alma, que se da sólo a momentos, es lo que hace que un instante determinado llegue a tener un carácter divino (¿Humano vs. Divino?).

Pero ya hablar del alma o de divinidad es algo muy fuerte. Considero que es muy difícil definir ciertos conceptos, o tomar una postura ante ellos. Yo siempre he sido medio tibia al respecto. Por eso admiro a los creyentes, a los apasionados, a los seguidores de alguna ideología política, que defienden una postura firmemente y en verdad creen en ella. Yo soy más bien nihilista; más bien agnóstica. Supongo que voy más de la mano con la ideología de este gran filósofo y escritor que asegura que “[…] el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro” (Kundera 14).

Entonces, ¿para qué tanta angustia existencial? A fin de cuentas, la felicidad y la tristeza a momentos son la misma cosa. Y en ese caso, ¿por qué y para qué perseguir el joie de vivre? ¿Qué tanta trascendencia puede tener que mi coche se quede parado? Si acaso afecta mi vida, es por demás un acto humano aislado, del cual no sirve de nada que le aprenda algo, si la vida en conjunto es una serie de aprendizajes para nada. ¿Qué se debe hacer, entonces? ¿Luchar contra ese sentimiento? ¿Fingir que me importa y que de algo sirve, y salir a la calle con pancartas a defender a un líder político o apoyar tal o cual ley? ¿Cuál es la alternativa? ¿Ceder? ¿Creer? ¿Dormir?... Quizás, soñar.


Kundera, Milan “La insoportable levedad del ser”. México: Maxi enTusquets, 2008.

miércoles, 3 de junio de 2009

Ryszard Kapuscinski: el espíritu del reportaje


Como comentario de bienvenida, diré que es un placer poder compartir estas páginas bloggeras con ustedes. Para los que no me conozcan, soy un estudiante de periodismo de la lejana ciudad de Barcelona (Cataluña) y que estuve de intercambio en Monterrey (México), tierra que siempre quedará en mi corazón.

Mis aportaciones estarán, seguramente, muy relacionadas al mundo de la sociología, en general, y del periodismo en particular en muchos casos. Temas como la política, la religión o la interculturalidad son una pasión para mí.

Como primera actualización quiero hacer un homenaje al reportaje, género de géneros, y a su mayor representante, Ryszard Kapuscinski.

El periodismo se encuentra en cierta crisis de credibilidad por muchos motivos. En primer lugar, las limitaciones que encuentra el periodista a la hora de producir información (espacio, tiempo, recursos económicos, influencias de poder...) y en segundo lugar la relación con la cúpula política. La desconfianza en los actores políticos se transmite a través de unos medios politizados que en lugar de informar se han convertido en medios de propaganda política: fíjense en los medios y verán como sólo encontramos citas y citas de políticos o personajes de poder. Pero, sin duda, el motivo más relevante es la pérdida del reporterismo de la segunda mitad del siglo XX.

La figura del reportero se está perdiendo. El Kapuscinski del siglo XXI trabaja desde la oficina y rodeado de pantallas, informando sobre un conflicto que nunca ha vivido o hablando de un territorio que nunca ha pisado.

El reportaje es el género de géneros. El reportaje equilibra la información con la opinión argumentada (interpretación) lo que nos permite conocer un acontecimiento en profundidad. El reportaje da la opción al periodista de contar historias particulares para entender acontecimientos más globales. En el reporterismo de Kapuscinski, la mejor manera de contar una historia es vivir esa realidad, por dura que sea. Os recomiendo su obra "Un día más con vida": un reportaje sobre el conflicto de Angola que nació con la Revolución de los Claveles y la posterior independencia de Portugal el 11 de noviembre de 1975. El reportaje -escrito y vivido en el país africano- es el espíritu que escasamente encontramos en la actualidad.

Y no puedo acabar sin hacer una referencia a su ensayo "Los cínicos no sirven para este oficio". Un breve escrito en donde la conclusión es: para ser buen periodista se debe ser buena persona.


sábado, 30 de mayo de 2009

La decadencia del sentir

Uno de los libros más antiguos, junto con el código de Hammurabi, es la biblia. Visto desde un punto de vista meramente histórico, los judíos son uno de los pueblos que más atrás pueden rastrear sus orígenes gracias a la constumbre casi coloquial de escribir su propia historia. El viejo testamento debe ser leído con cuidado dado que, habiendo sido escrito en un idioma tan antiguo, sobrevivido imperios, reyes, interéses y civilizaciones para posteriormente ser traducido a todos los idiomas del nuevo mundo, es natural que no tengamos la versión original.

Lo que si podemos rescatar, sin temor a equivocarnos, son las ideas tan básicas que mucho más tarde revolucionarían la historia y que se encuentran escritas ahí, antes de que la "ciencia" las "descubriera". La que motiva este texto, es la idea de que todo en el universo, desde que nace, ya está muriendo. Todo está en un proceso de degradación, o mejor dicho, nada. excepto Dios, es infinito. No se sorprenda el lector cuando aclaro que no estoy validando lo que dice la biblia, simplemente aclaro que siendo un libro tan antiguo e influyente, no sólo de las personas comunes sino también de las que generalmente se aceptan como cultas, es menester creerle.

Una vez aceptada esta idea, lo único que nos resta es esperar el fin del mundo. No vendrá este motivado por jinetes, bestias mutantes o anticristos. No vamos a ver plagas, tormentas de fuego, querubines tocando trompetas ni una nueva Jerusalén de oro bajando del cielo. El final del mundo -que ya dijimos comenzó desde el génesis de este- se va a producir de dentro hacia afuera. Una vez que el ser humano pierda por completo la capacidad de sentir, sabremos entonces que estamos listo para autodestruirnos.

Muestras de esta afirmación tan heróicamente hecha las encontramos en todas partes. Hoy en día es más sorprendente ver en las noticias una acción que bien o mal podamos calificar de bondadosa o motivada por el amor, que ver guerras, asaltos, fraudes o corrupción. Hoy en día hay frases como "Aún en un mundo como este, también hay espacio para el amor" cuando debería ser diametralmente al revés, en un mundo que fue creado "por el amor" (Hermosillo, 2009) a penas y debería haber espacio para el mal.

Hoy en día se han terminado las historias de amor a primera vista. Los hombres, que en algún momento histórico habían comenzado a saber como expresar sus sentimientos, han vuelto paulatinamente a protegerse en su coraza del machismo y de su papel de protectores de la especie. Las mujeres están llegando a la misma conclusión, expresar lo que uno siente no solamente es peligroso sino estúpido, ya que la vulnerabilidad adquirida al revelar lo que pasa en el intangible mundo del corazón es equivalente a meterse en una manada de lobos, oliendo a sangre.

Las personas deben andar con cuidado en un mundo que les pertenece. Desde el inicio, la mejor manera que encontraron las personas para organizarse fue juntarse con otras personas con las que compartían cosas en común, y alejarse y odiar a aquellas que eran diferentes. Hoy en día, la gente odia a los diferentes incluso dentro de sus mismas fronteras. La decadencia que el ser humano tiene en el sentir ha hecho que seamos egoístas, y no ese egoísmo que tan bien ha sido camuflajeado de doctrina filosófica ni tampoco ese del que la teoría económica con modelos elegantes asegura que nos llevará al bien común (!!!).

"La escasez de los recursos naturales no parece ser una variable importante en el crecimiento" leí hace poco en un libro de Macroeconomía Avanzada. Tal parece ser, que en efecto, viviremos para siempre. No puedo pensar en una frase que englobe de mejor manera el pensamiento actual del hombre. Porque no se habla de desarrollo económico, no, se habla propiamente de crecimiento, y este se alcanza, fundamentalmente mientras la gente consuma más para que las empresas produzcan más año con año. Pronto, pronto la naturaleza, el mundo, gaia o como gustemos llamarle nos va a pasar factura y dudo mucho que podamos hacer algo.

Los niños aprenden lo que es la guerra antes de poder hacerse una idea propia de quién es Dios. La incertidumbre que reina en la juventud ya no sirve más como fuerza revolucionaria creadora de ideas y defensora de ideales, ahora esa incertidumbre crea depresión, confusión y tristeza. Los adultos luchan cada día por hacerse de una posición "respetable" ante los demás y gracias a eso encontramos cada vez menos personas dispuestas a formar familias. Y en la vejez lo único que se espera es la muerte mientras se ve con desilusión a las nuevas generaciones. El único común denominador entre todas las generaciones es la desesperanza.

No es que sea algo malo o bueno, es algo que simplemente es. Es algo que inevitablemente sucedería y lo único digno que podemos hacer ahora es ser lo suficientemente coherentes para aceptar las consecuencias. La tecnología, el progreso, la evolución del pensamiento y la consecuente pérdida de inocencia que todo eso dio como resultado desató la decadencia del sentir y por ende, del ser humano.

sábado, 23 de mayo de 2009

Declaración de principios

Y empezamos con la entrada de la única mujer del blog. Ya no sé si existe porque puede interesar lo que yo tenga que decir o por querer preservar algún tipo se sentido de diversidad, pero aquí está.

Y de repente, el miedo que me acecha desde mucho. La noción de que por más capacidad que tenga de llevar una buena conversación, por más que me interese mi entorno, por más organizadas que pueda llegar a tener mis ideas, o por más apertura a la retroalimentación y confrontación que pueda tener, no creo tener mucho que decir. No dudo que sí haya ciertas ideas volando en mi cabeza que puedan ser “perpetuadas”, pero el punto es que vivo bajo la sombra de los pseudo-intelectuales filósofos, letrados, políticos o economistas (sin agraviar al queridísimo Santi), y nunca he podido ni siquiera acercarme a entender ninguna de éstas áreas de estudio. Cualquier logro académico que haya tenido en este sentido, se debe más a mi capacidad de abstracción, que a la creación de un aservo intelectual.

Y ya no sé si es porque definitivamente mi cerebro está muy poco desarrollado del lado derecho, o porque realmente nadie lo hace y soy de las pocas que no busca aparentar que en verdad las entiende. Si bien pueda discutir un poco de Nietzche y afirmar que la dualidad vida-muerte se da porque la vida humana es lineal, y que si fuese circular y se pudiera retornar a los eventos previamente llevados a cabo, la muerte perdería sentido pues no sería algo inconscientemente anhelado; o de las categorías aristotélicas llevadas a un plano contemporáneo manifestadas en las dictaduras del siglo XX en latinoamérica, no creo saber de qué estoy hablando. ¿Hablar de la regla de la oferta y la demanda?... segurísima de no saber de qué estoy hablando. Mis intentos por escribir siempre han tienen más que ver con cuestiones pseudo-artísticas que pseudo-científicas.

Y es así como entiendo que todo esto de escribir tiene más que ver con decir las cosas bien y tener las ideas organizadas dentro de tu cabeza, más que con tener en verdad algo que decir. En algún lugar leí que las personas que escriben claramente es porque piensan claramente. Supongo por esto que no es una habilidad de muchos.

Y entonces llego a la conclusión de que eso es precisamente parte de quién soy, quizás hasta parte de por qué me gusta escribir y por qué escribo lo que escribo. ¿La economía deber ser lógica y racional? Pues al parecer, yo no soy ni lógica, ni mucho menos racional.

Y por esto confieso que yo sí hablaré del tema más trillado; yo dejaré los dilemas políticos y los debates acerca de la crisis financiera a quienes se crean capaces de poder verdaderamente entenderlos y hasta proponer soluciones (nuevamente, sin agraviar); yo, lo único que haré, es compartir una fracción de mis pensamientos acerca de aquello que conozco (que es poco). Creo que como hace falta la promoción de espacios de discusión, como éste, también hace falta valorar la estética, las artes y las humanidades en el día y día, y por qué no, el rol que éstas juegan en la evolución propia de una sociedad y hasta de la humanidad en conjunto.

Y ya sé que piensan que las ciencias sociales como la política y la economía también caen dentro de este campo de las humanidades, o que el mundo artístico y el mundo intelectual no están pleados, pero les pido y les ruego que entonces ustedes tengan la amabilidad de entender que yo, de esos argumentos, no entiendo nada.

Y tras esta larga declaración de principios muy al estilo Charles Foster, reafirmo mi poca intelectualidad, pero mis grandes deseos de seguir exponiéndola de una manera sumamente clara.


Y así.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Ahora resulta que todos conocían a Benedetti


No malinterprete el lector mi tan malintencionado título. Por supuesto que la mayor parte de las personas podían más o menos ubicar el nombre de Mario Benedetti y acomodarle sin pensarlo el mote de poeta o escritor. Otros, más o menos letrados o afortunados seguidores de noticias, habrán visto alguna entrevista de él, y ya sea por información ahí adquirida o por su acento, podrían intuir su nacionalidad Argentina o, en realidad, Uruguaya. Pocos sabíamos, hasta hoy, que nació un 14 de Septiembre de 1920 y que elegir el exilio defendiendo sus ideas lo convirtió en mártir del golpe de estado a su país en 1973.



Sin embargo es ridículo conocer a un escritor por su biografía. Es inútil juzgar su vida a través de su historia. A un escritor se le conoce por lo que escribe. Un escritor piensa, siente, ama, llora y ríe con tinta y papel. La persona, la historia y las vivencias de un poeta nunca podrán ser desligadas de su poesía. La obra de un escritor es el mejor testigo de su pasado, el narrador más objetivo de su presente, y claro, el perpetuador de su futuro.

Por eso mismo es molesto ver los status en facebook, los nicks de messenger y los mensajes personales en el mismo haciendo alusión al escritor. Ahora resulta que todos conocían, admiraban, leían y tenían una poesía favorita dentro del repertorio. Ahora resulta que todos lo van a extrañar. "QDE Mario Benedetti", "Gracias Don Mario", "Te vamos a extrañar", y los más aventurados acompañan su frase trillada con un verso o dos de algún poema sacado expresamente de wikipedia.

En México se lee poco y se lee mal. Hasta el año pasado la cifra iba en menos de tre libros por año. Y basta ir a las principales librerías comerciales para ver que entre sus Best Sellers figuran libros de "Superación Personal"/1, libros escritos por esa bola de actores y cantantes sin vigencia y que buscan un último suspiro de fama o, a partir del Código Da Vinci, esa abrumadora cantidad de libros sobre Templarios y sociedades secretas que buscan terminar con la fé, como si esta no se hubiera terminado ya.

Y ahora resulta que la mayoría de mis contactos en facebook y en messenger, toda la vida leyeron a Benedetti. Ahora resulta que todos tienen la calidad moral para citarlo dentro de sus nicknames esperando que, otros como ellos, crean que si son capaces de citar un verso, seguramente se debe a que conocen toda la obra. No entiendo la necesidad de las personas de buscar ser interesantes y profundos, cuando ya no queda mucho espacio en el mundo para eso.

martes, 19 de mayo de 2009

De la justificación del blog

Lo supe hace mucho tiempo. En algún momento me dí cuenta de que las pláticas con ciertas personas siempre arrojaban conclusiones trascendentales, o risas estúpidas. Aún no sé cuál de las dos es mejor. Quise atribuirle esto a una de dos conclusiones: O todas las personas en este mundo tienen algo interesante o gracioso que decir, o he tenido la suerte de conocer personas que, además de inteligentes, se interesan por su entorno. La vida nos da continuos ejemplos de que la primera de mis hipótesis se rechaza categóricamente.
Otra aptitud que creo encontrar en los colaboradores de este blog, es la judía costumbre de escribir. Poco o mucho, todos lo han hecho y más o menos tienen la habilidad de organizar sus ideas. Espero este sea un espacio para perpetuar esas ideas y conociendo las diversas personalidades de mis invitados, debatirlas, no en tono amable ni respetuoso, porque así no son las críticas, sino en afán de retroalimentación y confrontación.
Es de debatir el nombre anglosajón de nuestro blog; pero les aseguro que se debe simplemente a una cuestión meramente de gusto. En cuanto uno de nuestros colaboradores lo sugirió, me gustó porque era al mismo tiempo difícil de decir, y fácil de recordar. También es mi más clara muestra de tolerancia, misma que espero tengamos todos.
Finalmente, es de notar mi pseudónimo -Santiago- que básicamente responde al hecho de que así quiero que sea. De cualquier manera, los nombres se olvidan rápido.
Les agradezco entonces a todos que acepten ser parte de este proyecto. No tiene una finalidad muy clara; pero si una justificación utópica, ser más amigos que antes.